
En la segunda mitad del siglo XX, cuando los movimientos de liberación homosexual comenzaron a desarrollarse en las grandes ciudades, Barcelona ya se destacaba como una de las ciudades más progresistas de Europa.
De hecho, la primera marcha a favor de los derechos de la comunidad LGTBIQ+ en España se celebró en la capital catalana el 26 de junio de 1977.
Por aquel entonces, en Barcelona despuntaban figuras como el artista Nazario, creador del cómic Anarcoma, la activista trans Trini Falcés o Armand de Fluvià, fundador del Movimiento Español de Liberación Homosexual (1970) y del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (1975).
Fue en este escenario que surgió Ocaña, artista y ávido activista defensor de las libertades sexuales, descrito como una personalidad revolucionaria en lo cultural y combativa en lo social.
José Pérez Ocaña nació en la pequeña localidad sevillana de Cantillana, el 24 de marzo de 1947. Abiertamente homosexual, se trasladó a Barcelona en 1970, donde desarrolló una parte sustancial de su vida artística.
Aún durante el franquismo, Ocaña salía por Las Ramblas con mantón de manila y abanico, desafiando la conservadora sociedad de la época. Sus performances son importantes registros del inicio del artivismo de disidencia sexual y de género en España.
“No me considero pionero del travestismo barcelonés porque siempre ha habido travestis, pero sí soy pionero del teatro en la calle. Cuando me disfrazo, parezco una pintura negra de Goya. Es lo que intento, dar una imagen grotesca, distorsionada. Creo que la provocación gusta a todo el mundo, porque todos tenemos algo de exhibicionistas. Soy exhibicionista porque he estado mucho tiempo marginado. Pero en casa yo me maquillaba como los griegos y los romanos”, declaró el artista.
Pese a tener una vida breve, su legado ha llegado hasta nuestros días gracias a la película Ocaña, retrato intermitente (1978) de Ventura Pons.
En las primeras escenas de la película, Ocaña hace la siguiente provocación: “Me preguntaba el por qué me desnudo por la calle. Bueno, a mí me gustaría saber por qué la gente lleva ropa. ¿Por qué no ir por la calle desnudo? Es como romper algo, y a mí me gusta romperlo”.
En su momento, la película no pudo emitirse en la Segunda Cadena de Televisión Española debido a la censura. Sin embargo, a día de hoy es considerada una cinta de culto.
Ocaña llegó a ser un personaje conocido, incluso en la televisión, por su hablar claro, ideas escandalosas y actitudes provocativas. No obstante, su trabajo como artista plástico no era reconocido y casi nunca era mencionado en estas ocasiones.
Ocaña murió precozmente en 1983, a los 36 años, acarreando “una especie de muerte del espíritu del 75, que se adueñó de Barcelona y que transformó las Ramblas en un espacio maravilloso de libertad y del que ya no queda nada”, según las palabras de Enric Majó, actor catalán y amigo cercano del artista.
En 1985, el Museo Español de Arte Contemporáneo dedicó una gran exposición a su obra pictórica. “Hay en esta obra toda una tradición popular que está alimentada por una de las culturas más densas de Europa, la andaluza”, decía el texto de presentación de la muestra, que continuaba: “Hay también un aprendizaje refinado y canalla de la gran ciudad. Es una sublimación que disuelve la realidad y la revela como una experiencia, como una ilusión”.
Su obra ha sido clasificada como pintura naif. En sus cuadros, Ocaña retrataba la cultura de su pueblo natal a través de pinturas de vírgenes y escenas típicas de su Andalucía natal.
Aunque no ha pasado a la historia como un gran artista plástico, Ocaña es sin duda una figura clave en la historia del arte y la cultura de la disidencia sexual y de género en España. Su vida y su obra continúan siendo una inspiración para quienes luchan por el respeto a la diversidad en un mundo que sigue siendo, en muchos aspectos, conservador y opresivo.