El sábado 1 de febrero, miles de personas salieron a las calles de las principales ciudades de Argentina para protestar contra el racismo, la LGTBIfobia, el machismo y otras formas de discriminación.
La “Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista” fue convocada por diversas organizaciones LGBTIQ+, feministas, de derechos humanos y estudiantiles, así como por movimientos sociales, sindicatos y sectores de la oposición política, en respuesta al discurso del presidente argentino, Javier Milei, durante el Foro Económico Mundial en Davos.
Durante su intervención en el evento, Milei afirmó que “en sus versiones más extremas, la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos, por lo tanto, quiero saber quién avala esos comportamientos”, luego de citar el caso de una pareja de homosexuales estadounidenses acusada de haber abusado de sus hijos adoptivos.
Además, sostuvo que el “virus mental de la ideología ‘woke'” —en referencia a las políticas progresistas— “es la gran epidemia de nuestra época que debe ser curada, es el cáncer que hay que extirpar”, cuestionando el feminismo, la diversidad, la inclusión, el aborto, el ecologismo y la ideología de género.
Portando carteles con mensajes como “Al clóset no volvemos más” y “Los derechos ganados no se tocan, ni un paso atrás”, los manifestantes marcharon desde el Congreso hasta la Casa de Gobierno en Buenos Aires. Además, se llevaron a cabo protestas en otras provincias del país y en ciudades como Londres, Madrid, Lisboa, Barcelona, París y Montevideo.
La manifestación tuvo lugar una semana después de que el Gobierno anunciara su intención de impulsar un proyecto de ley denominado “Igualdad ante la ley”, que propone eliminar el agravante penal de femicidio, suprimir el documento de identidad no binario y derogar el cupo laboral trans, entre otras medidas.