Al igual que en muchos otros países latinoamericanos, en Venezuela el colectivo LGTBIQA+ está protegido legalmente a través de leyes que penalizan la discriminación así como a través de la ratificación de tratados internacionales de DDHH. A pesar de ello, el colectivo continúa expuesto a situaciones de violencia y discriminación tanto por parte de la sociedad como de la policía.
La crisis humanitaria que asola el país tiene un impacto directo en la vida de personas LGTBIQA+, intensificando la situación de vulnerabilidad en que se encuentran. El panorama dificulta la implementación de las pocas normas que protegen al colectivo. En el caso de las personas trans, aunque la Ley Orgánica del Registro Civil (art. 146) permite el cambio de nombre para que este se adecúe al género de la persona, muchas personas afirman encontrar dificultades para realizar el cambio.
Ysrael Carrera nació en Venezuela y actualmente vive en Madrid. El educador de la Fundación Iguales relata cómo ha sido su jornada para descubrirse como una persona de género fluido y de que manera la experiencia de cambiar de país le ayudó a vivir más acorde con su identidad:
NACÍ EN VENEZUELA, UN PAÍS DONDE LOS DELITOS DE ODIO NO SE RECONOCEN, dónde no hay iniciativas para que la educación de un giro a favor de la diversidad y eso hace que la infancia LGTBIQA+ sea bastante complicada. Hace ya varios años que salí de allí pero tengo la seguridad de que la realidad no ha cambiado mucho. La discriminación a las personas LGTBIQA+ está bastante estructurada y aunque en las ciudades más grandes la realidad es un poco más “fácil”, aún se siguen vulnerando derechos.
Recuerdo que nunca me sentí a gusto completamente con todo lo que tenía que hacer simplemente porque era “un niño”. No quería practicar el deporte que practicaba mi hermano, me cuestionaba porque no podía vestir como mis compañeras de clase, no me agradaba tener que actuar de cierta manera y todo eso que se me imponía sólo por haber nacido con un pene. Recuerdo un momento en especial, sólo tenía 5 años y en el colegio organizaron un desfile de disfraces en parejas. Me pasé todo el día pensando por qué no era como mi compañera, por qué no podía vestir como ella o por qué no se me trataba de la misma manera. Desde entonces y a tan corta edad empecé a entender que era diferente.
Durante mi niñez y adolescencia mi identidad estuvo bastante reprimida debido a mi entorno familiar. Ya con una edad adulta y gracias a mi familia escogida y a tantas vivencias pude entender el mundo más allá de lo binario.
Anteriormente solo podía entender que si no me sentía conforme con todo lo que implica socialmente ser hombre es porque era mujer, sin más, y actualmente puedo entender que no siempre es así, que cada persona tiene su propia vivencia y que dentro y fuera de esos dos puntos hay una rica diversidad. Después de entender eso puedo decir que comencé a reafirmar mi identidad y aceptar quien soy. Ahora he comenzado a vivir mi propia experiencia fluida y aún sigo en ese camino, me sigo descubriendo a mí misma.
Mudarme a España, conocer otra cultura y socializar en espacios más seguros me ha ayudado muchísimo para comenzar a vivir más acorde a mi identidad. Lastimosamente todavía hay muchísimos lugares en el mundo donde ser una persona LGTBIQA+ es un delito, muchos países donde mujeres trans son asesinadas diariamente y donde las leyes no reconocen nuestros derechos entre otras muchas atrocidades.
Aunque España dejó de estar entre los 10 países que más garantizan la calidad de vida de personas LGTBIQA+, se sigue considerando uno de los países donde las leyes amparan a la comunidad LGTBIQA+ (comparado con muchos otros países) y aunque todavía hay cosas que deben mejorar, sí hay algunos avances en cuanto a derechos LGTBIQA+. La más reciente ley aprobada es la Ley Trans e intersex de Canarias, esta nueva ley además de cumplir con la despatologización y aprobar la autodeterminación de género, también es pionera porque se prohibirán cirugías genitales a bebés intersex y además por fin se reconocen las identidades de personas no binarias.
Siempre pienso en lo complicado y triste que debe ser para todas esas personas tener que vivir esas realidades tan difíciles, es doloroso ver cómo constantemente se ven vulnerados sus derechos. Por eso considero que celebrar el orgullo siempre ha sido y seguirá siendo importante, sobre todo para dar visibilidad y para reivindicar. Parece una frase desgastada pero sí, aún nos queda mucho camino que recorrer y pienso que hay mucho trabajo pendiente para acabar con toda la discriminación y violencia sistémica e institucional a la que nos enfrentamos diariamente y en especial las personas TRANS.